Podría hablar durante horas -como hago en mis talleres – sobre técnica, estilo, argumento, emoción y creatividad. Hoy no voy a hacerlo.

Podría leer -como hago en mis talleres- párrafos de obras maestras de la literatura o  citas de autores sobre escritura. Hoy no voy a hacerlo.

Podría poner ejemplos -como hago en mis talleres- de mi propia experiencia como escritora, o de los autores con los que he trabajado; ejemplos que te darían interesantes claves sobre el proceso de escribir. Hoy no voy a hacerlo.

Hoy solo tengo un consejo: el mejor consejo para escribir que te darán jamás.

Ponte a escribir y termina.

Ya está.

¿Decepcionado/a? Para explicarte por qué es tan importante te contaré un chiste. Sí, sí, un chiste, bastante viejo pero muy ilustrativo  (aviso: no soy muy graciosa. Pero ¡allá voy!)

Un hombre acudía a la iglesia cada día y rezaba, pidiéndole a Dios que le tocara la lotería. Todas las mañanas se sentaba delante de la imagen de Jesús y repetía: «Señor, haz que me toque la lotería. Que me toque la lotería, Señor, te lo ruego».

Hasta que un día, la imagen se volvió hacia él y le habló: «Hijo mío, yo quiero ayudarte, pero, por favor… ¡compra un boleto!»

Escribir (y terminar lo que escribimos) significa dar una oportunidad real y tangible a nuestro sueño de escribir, es decir, un primer paso para convertirlo en realidad.

Todo lo demás viene después. Reza todo lo que quieras, pero siempre a  Santa Paciencia y Santa Constancia, son las que van a hacer que consigas lo que deseas. Garantizado.