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No necesitas una gran idea…para escribir una gran historia

La semana pasada comencé lo que serán una serie de artículos sobre las claves para escribir una gran historia. Empecé por los fallos más habituales que veo en los relatos que reviso en mis talleres literarios, pero ahora, en positivo, voy a desarrollar cuáles son las claves para crear una gran historia.

Las claves… y también los mitos que es necesario desmontar de una vez por todas. Así que… empezamos. Desengáñate: no necesitas una gran idea para escribir una gran historia. Nadie te lo ha dicho antes, ¿verdad? Por eso escribo este artículo, porque es necesario que quede claro de una vez por todas:

Puede parecer una declaración polémica, pero te la voy a demostrar con ejemplos: de todas las claves necesarias para escribir una buena historia, la idea es la única que NO ES NECESARIA EN ABSOLUTO.

No. Nein. De hecho, una buena historia, una gran historia, puede surgir de la peor de las ideas. Voy a mostrar unos ejemplos y a explicar un poco más, pero quiero dejar esto claro porque veo muchas personas que, al escribir dan a la idea DEMASIADA importancia y entonces ocurre una de estas dos cosas:

1) Dan a la idea tanta importancia que, si no encuentran la idea perfecta, se bloquean o se autoflagelan. («Mi idea es una tontería, no merece la pena»)

2) Dan a la idea tanta importancia, que, cuando creen haber encontrado una buena idea, descuidan el resto de los aspectos de la historia. Si estuvieran en un casino, apostarían todas sus fichas, todo, a la idea.

Y ambas son malas prácticas. La primera, porque te frena y no te ilusiona a escribir; la segunda, porque te hace perezoso y a tu escritura, descuidada, con lo que desaprovechas un material con mucho potencial.

La idea no tiene tanta importancia. De hecho, si me apuráis, tiene importancia cero.

Hoy en día veo una sobrevaloración muy grande de la importancia de la idea. Como comenté en el taller exprés del otro día en Madrid, quizá tiene que ver con el boom de las series, muchas de las cuales nacen de lo que los guionistas llaman un high ccncept: una idea que se puede describir brevemente y que engancha e impacta. Es posible que la serie «Perdidos» (2004-2010) fuese  la que popularizó ese concepto. De repente, toooodo el mundo quería hacer el nuevo «Perdidos» y buscaban como locos un gran high concept. Y eso provocó sonados batacazos, como «Terra Nova» (2011, en cuya realización se gastaron más de seis millones de dólares), «The event» (2010) o «Flash Forward» (tanto libro como las serie de 2009). Todas partían de conceptos muy interesantes y, a primera vista, fantásticos arranques. Y fracasaron terriblemente. 

No: una gran idea no necesariamente se convierte en una gran historia… hay que trabajar otra serie de claves que iré comentando en mis artículos (la trama, los personajes, el oficio, la forma, la visión).

Pero la magia es que esta afirmación también funciona al revés: de cualquier idea simple, aparentemente anodina, puede surgir una gran historia. Una obra de arte, incluso, de literatura o cine. 

Voy a poner algunos ejemplos, incluso de los mismos autores, usando una «gran» idea y una idea, aparentemente, sencilla y muy usada. 

Gabriel García Márquez: En «Crónica de una muerte anunciada», arrancó de un clarísimo «high concept», empezar una novela anunciando el final. Le funcionó y dio lugar a una de sus obras más conocidas. Sin embargo, en «El amor en los tiempos del cólera», la idea de partida era muy simple y había sido usada ya por muchos autores antes (mismamente, «Persuasión», de Jane Austen): una joven pareja de enamorados es separada por los adultos  y siguen amándose a lo largo de su vida, reencontrándose más adelante.

Y con esa aparentemente anodina idea de partida, García Márquez creó una de sus obras maestras.

¿Por qué? Porque la idea es solo una semilla, que si se riega y se cuida puede dar una planta excelente. El riego y cuidado viene luego y exige trabajo y dedicación: cuidar la trama, los personajes, la forma, la técnica y tener clara la visión.

Otro ejemplo, en este caso de cine. El director Billy Wilder escribió y dirigió «Con faldas y a lo loco», high concept completo en el que unos músicos, tras presenciar una matanza de mafiosos, para huir de estos se disfrazan de mujeres y se esconden en una orquesta femenina. Fue una de sus películas más conocidas y aplaudidas. Y, sin embargo, «El apartamento» parte de un argumento bastante manido: un hombre sencillo se enamora de la amante de su jefe. Dio lugar a una de las mejores películas de la historia.

Otras grandes obras maestras de la literatura que parten de ideas sencillas: «La balada del café triste», de la escritora Carson MacCullers, «Anna Karenina», de Tolstoi (una mujer casada se enamora de otro hombre) o «En el camino», de Jack Kerouac (dos amigos recorren la ruta 66 en coche, disfrutando la vida, el jazz).

Si el resto del trabajo de la obra está bien hecho, si tiene una buena trama, personajes, técnica, forma y visión… la idea de la que parta, sencillamente, no tiene importancia.

¿Y las ideas en la literatura de género?

Pero, un momento: ¿Y en la literatura de género, en la fantasía, la ciencia-ficción y el terror? Ahí SÍ que tienen importancia las ideas, ¿verdad, Diana?

Pues no. Ocurre exactamente lo mismo. ¿Te sorprende?

Estos son géneros donde la idea de partida está más sobrevalorada aún si cabe. Y, si bien es cierto que una idea impactante puede servir para atraer a tu futuro lector, no te garantiza, en absoluto, que de ahí salga una buena obra. Todos hemos ido al cine alguna vez atraídos por el intrigante argumento de alguna película de género que después se quedaba en agua de borrajas, ¿verdad?

¿Qué diferencia a «Megapiraña» o «El crocopulpo» de la película de Spielberg «Tiburón», un clásico del cine de acción/terror? Todas parten de la misma premisa. Pero el desarrollo, la forma y la visión de «Tiburón» la hacen muchísimo mejor film.

Y, sin embargo, si habéis visto «The Witch» o «Man from Earth», veréis que con una premisa aparentemente muy sencilla (y pocos medios) se logran historias geniales y llenas de intriga.

En literatura, tenemos el ejemplo de «La carretera», de Cormac McCarthy: un padre y su hijo caminan por un Estados Unidos postapocalíptico intentando sobrevivir. Fin. Y terminas con el vello de punta de la emoción.

O «La princesa prometida», cuyo punto de partida es realmente simple y muy visto: un hombre tiene que salvar a su amada de un matrimonio por conveniencia. ¿Qué la hace distinta? El enfoque y la visión de la historia, lo bien hecha que está, la fuerza de la prosa, los diálogos…Al final el cómo es más importante que el qué.

Lo dice el maestro de la fantasía Neil Gaiman: «No es la idea, nunca ha sido la idea: es lo que haces con ella».

De hecho, te propondría como reto, si escribes género, escribir algún día una historia que, a priori, no parezca especial. Trabajar la trama, la forma, regarla, darle tu estilo, tu enfoque. Verás como el resultado, como mínimo, te sorprende. 

¡Ojo! Con todo esto no quiero decir que las ideas impactantes o sorprendentes sean malas o no se deban usar: ¡en absoluto! Lo que quiero dejar claro, y que tengas siempre presente, es que no te hace falta una idea rompedora, original o impactante para escribir una buena historia, o incluso una gran y maravillosa historia. Y que, incluso aunque tengas esa fantástica idea, necesitarás de técnica, oficio, forma y visión para conseguir que alcance todo su potencial.

¿Qué es lo esencial, entonces, de una idea?

¿Cómo sabemos cuál debemos elegir, si tenemos varias opciones?

Una idea que será buena para ti, para que tú la trabajes, debe cumplir dos pequeñas y sencillas condiciones.

1. Debe contener un pequeño conflicto, un reto o problema al que debe enfrentarse el personaje (fundamental para el arranque posterior de la trama). 

2. Y lo más importante: DEBE GUSTARTE A TI, debe llamarte a ti. Parece una tontería, pero mucha gente escribe cosas porque sí, sin que le interesen o le emocionen especialmente, solo porque pensaba que la idea estaba bien, sin que para él/ella significase nada especial. 

Si tienes una idea que, por alguna razón -aunque no tengas claro cuál- te llama, te intriga, te pide ser escrita… no lo dudes: esa es la idea que debes trabajar, la que te va a mantener escribiendo con ilusión a lo largo de páginas y páginas y te va a animar a convertirla, cada día, en una historia mejor.

¿Y tú, conoces más ejemplos de grandes historias que partieron de ideas anodinas? O viceversa, ¿de ideas fantásticas que dieron lugar a fiascos en el cine o en la literatura? Compártelos en mis comentarios. 


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Comentarios

  1. Cintia

    Amo leer Stephen King por eso, él dice:
    » haz que le pasen cosas extraordinarias a personajes ordinarios» Muchas de sus novelas partieron de ideas ‘comunes’ por ejemplo: una mujer encerrada en un auto porque un perro los quiere atacar (Cujo) (obvio no todas sus novelas parten de ideas comunes) .
    La novela que escribo yo,por ejemplo, me frustra porque es muy trillado (un apocalipsis) pero me alienta este post , veré la forma de que resulte interesante la ‘ forma’ en que se narra.Gracias.

    1. Perfecto, Cintia. Y, efectivamente, lo más importante es que tú busques tu toque personal en la historia, en los temas, en los personajes y en el estilo. Eso es lo que hace única a una historia. Ánimo.

    2. Ema Correa

      Me encanta la forma en la que explicas todo lo relacionado a la escritura, lo haces fácil, manejable y dinámico. Para mi es casi una carga y cada vez que leo tus post me vienen ganas de seguir escribiendo. Gracias por todo

  2. Frida

    Gracias Diana, como siempre alentando a escribir. Al acabar de leerte dan ganas de coger todas esas ideas que han sido relegadas al cajón del olvido y rescatarlas.

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