Hace diez días organizamos, por primera vez, un taller de Vacaciones Literarias en la sierra y la experiencia fue preciosa.

Para empezar, hacía un tiempo perfecto: un poco de frío (lo suficiente como para disfrutar del crepitar de la chimenea), pero no demasiado. Habíamos encargado tormenta, pero nos tuvimos que conformar con un poco de inspiradora lluvia 😉

La casa, Camino Beturia, resultó encantadora, como sus dueños, Carmen y Andrés, que se convirtieron casi en parte del grupo. El magnífico paisaje de la sierra que contemplábamos durante las sesiones del taller no podía ser más evocador. A las imágenes me remito.

El grupo de participantes y yo nos lo pasamos estupendamente: entre las sesiones de escritura, las comilonas, los paseos por la sierra y por la noche… ¡juegos de mesa! Yo, que soy muy fan, disfruté como una niña chica.

Lo mejor de estos talleres, que comencé a impartir el año pasado en la playa es, sin duda, que se combina el taller con la convivencia entre los participantes. Se crean lazos muy bonitos compartiendo esta experiencia y todos estamos deseando repetir. El próximo volverá a ser en la sierra, a principios de 2016. Avisaré con tiempo, porque oferto muy pocas plazas, para que la experiencia sea más rica.